A la gente le encanta etiquetar las generaciones. La generación «baby-boom«, la generación «X«, la generación «Y» o «Millenials«… que son tan altísimos que yo les llamo la generación Actimel…
Sin embargo, si hay un rasgo distintivo del estado de bienestar actual de nuestra civilización, es que somos la Generación de la Elección, ó dicho en inglés que suena mejor… the Choose Generation.
El ser humano, en especial el Homo Sapiens del que venimos, ha evolucionado los últimos 200.000 años con una limitadísima capacidad de elección. ¿Qué quería hacer el Homo Sapiens con su vida? No le preocupaba lo más mínimo. Él tenía que sobrevivir día a día. Comer, reproducirse, dormir. Nuestro homínido tatatatatatara-abuelo, estaba en lo más bajo de la pirámide de Maslow.
Antiguamente si nacías tendero, morías tendero. Si tu padre era panadero, tú eras panadero. En el mismo siglo XX, el ser humano no ha podido dirigir su propia vida en muchas ocasiones. En EEUU, paradigma de la libertad, ya podías explicarle al tío Sam tus aspiraciones en la vida, que si te tocaba desembarcar en Omaha, o tomar la colina de la Hamburguesa de camino a Saigon, te tocaba y punto. Y eso no fue hace tanto tiempo.
Sin embargo ahora estamos en lo más alto de la pirámide. Nuestra capacidad de elección es muchísimo mayor que la de nuestros abuelos. Hace menos de un siglo eran impensables frases como «voy a cogerme un año libre para hacer un MBA, quiero dar un giro a mi carrera«, «no sé si irme a trabajar fuera«, «voy a poner mi propia empresa«…
Si bien hay que valorar lo alto que hemos llegado, el exceso de elección es un dardo envenenado. 30 tipos distintos de cereales pueden abrumar al cliente en el supermercado.
El exceso de posibiliades puede generar frustración. Por cada elección tomada, descartamos muchas más. «Podría estar en un trabajo mejor«, «podría salir con una chica más guapa«, «podría…», «podría…».
Aunque antes he dicho que ahora estamos en lo más alto de la pirámide de Maslow… no es del todo cierto. Esta crisis que sufrimos ha limitado nuestra capacidad de elegir. Ya no podemos elegir tanto nuestras carreras, nuestros destinos, controlamos menos nuestra vida, y esto es una frustración generalizada sobre todo en los más jóvenes.
Pero como explica Dan Gilbert, psicólogo de la Universidad de Harvard, una menor capacidad de elección… ¡nos hace más felices! Cuando tenemos menos posibilidades, nuestro cerebro elige ser felíz, en lo que Dan Gilbert llama la Felicidad Sintética o Synthetic Happiness. Parece absurdo, pero lo explica fenomenalmente bien en su charla de TED, Why Are We Happy?
Una auténtica joya, no os la perdáis.
Así que pensemos la inmensa suerte que tenemos. Estamos en lo mejor de los últimos 200.000 años del hombre. Y aunque es posible que nuestras posibilidades hayan menguado algo los últimos años, recuerda que está en tí la opción y la capacidad de ser felíz.
— Actualización:
Como bien dice mi amigo @andthenitmooned , lo suyo sería decir «Choice Generation«, pero es que Choose Generation me suena bien, y además ya lo he bautizado y la criatura se va a llamar así. ;-) Un abrazo Sr!
Pingback: Too many options may kill a man | Enrique de Juan
Pingback: El Sentido de la Vida. Tú decides | Enrique de Juan